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CA Osasuna: la peor primera vuelta, pero con esperanza para escapar del sótano
24 - enero - 2017
Osasuna volvía a Primera lleno de ilusión y con un equipo basado en la cantera y unos fichajes que se veían favorecidos por ese ascenso. Un regreso a la máxima competición nacional, que suponía también un respiro para las arcas del club, que veían en esta temporada la opción para subsanarlas y dotar al club de mayor liquidez.
Enrique Martín, autor del milagro del ascenso, se distanció de esta euforia inicial y avisó de la posibilidad de volver a Segunda al término de la presente campaña, pero destacó que lo importante era mantener el proyecto de club y de cantera con el que se había conseguido la heroica conquista del “ático”, como el técnico navarro se encargó de calificar.
La temporada comenzó con dudas, con un empate soso en Málaga y con una derrota en casa ante la Real. Dos partidos en los que el equipo, aún con las piezas de los fichajes por encajar, no cuajó buenas actuaciones. Un empate a nada con el Celta en casa, y las derrotas ante Espanyol y Villareal, instalaron a Osasuna como farolillo rojo, que se veía a las pocas jornadas sin margen de error.
El empate en casa frente a las Palmas a dos, con una gran primera mitad del equipo rojillo, pero con una segunda parte para olvidar donde se desaprovechó la ventaja de dos goles, supuso un golpe para la afición y el equipo, que a la semana siguiente se vio repuesta con la victoria a domicilio en Ipurúa. Una victoria que aupó a Osasuna en la clasificación, pero que todavía no salía de los últimos puestos y con la que el entrenador se veía reforzado en sus ideas y en el cargo.
El empate en San Mamés, no sirvió para que después de las derrotas contra Betis y Alavés el club decidiera rescindir de los servicios del técnico de Campanas y contratar a Caparrós para enderezar el rumbo del barco rojillo.
Apenas once jornadas había aguantado la paciencia de los dirigentes osasunistas en el técnico del ascenso y un proyecto con el que se identificaba la afición.
La llegada de Caparrós al banquillo, aunque lleno de ilusión y comprometido, no produjo el cambio deseado. Cinco partido de Liga y tres de Copa fueron los que estuvo el técnico de Utrera en el banquillo rojillo. Con un balance de 7 derrotas y una victoria copera, que eso sí, supuso la clasificación para la siguiente fase.
Una fase de la temporada en la que el equipo pamplonés vagaba por el campo sin alma, con algunos minutos donde se presentían las ideas que el técnico quería para el equipo, pero sin llegar a conseguir continuidad ni resultados. Partidos en los que no se llegaba a competir, donde apenas se consiguieron tres goles por los 17 en contra que se recibieron. Un periodo en el que Osasuna se hundió en la clasificación.
El equipo necesitaba un cambio, y la junta directiva, ansiosa por un vuelco de la situación volvió a destituir al entrenador en el cargo, ahora Caparrós, y nombró a Vasiljevic, en un movimiento que ningún aficionado llegaba a comprender.
Las dudas que despertó esta nueva ordenación del equipo se vieron rápidamente contestadas. El primer partido del técnico serbio en el banquillo, fue frente al Valencia, en un encuentro vibrante en el que Osasuna volvió a luchar y demostró tener garra, coraje y espíritu para poder empatar hasta en tres veces el marcador y así devolver la esperanza a su necesitada afición.
El equipo fue a Granada con ilusiones renovadas y con el cuchillo entre los dientes. Osasuna consiguió un empate que no satisfacía las necesidades de ninguno de los equipos por sus urgencias clasificatorias, pero que corroboraban las buenas sensaciones rojillas demostradas en el partido contra el Valencia.
Un empate o una derrota en el último partido de la primera vuelta, dejaría a Osasuna colista y completando el peor inicio de liga de su historia. El equipo rojillo consiguió adelantarse en dos ocasiones, pero una vez más demostró su fragilidad defensiva y el Sevilla, ilusionado por pelear por la liga, remontó el partido, dejando al conjunto pamplonés tocado y a nueve puntos de la salvación.
Osasuna se encuentra, volviendo a la metáfora con la que el año pasado Martín hablaba del ascenso y los puestos de promoción, en el sótano. Un sótano que hace un mes era frío, oscuro, lleno de telarañas y donde se acumulaban en cajas los fichajes y canteranos que parecían no servir para primera. Vasiljevic, el encargado de confeccionar la plantilla para esta temporada según sus gustos o lo que pedía Martín, y conocedor de los jugadores que ya había en la plantilla, se ha puesto manos a la obra. En estas tres jornadas de Liga y la vuelta copera, ha desembalado a los jugadores de sus cajas y les ha recargado de fuerza e ilusión para luchar, ha conseguido limpiar las telarañas de sus cabezas para llenarlas con pocas pero claras ideas de lo que busca en Osasuna, y por último, ha encontrado el interruptor de la luz para poder iluminar la escalera por la que los rojillos subirán para permanecer en Primera. Una luz que, por otro lado, siempre ha mantenido encendida su afición, siempre animando sin cesar a su equipo y que permitirá que el equipo caiga, pero no permitirá que no se vuelva a levantar.
A Osasuna le quedan 19 finales en las que dejarse la piel. Una vuelta en la que hacerse fuerte en casa y conseguir puntos fuera para lograr la salvación. Pero el equipo está confiado y con la ilusión de sacarlo adelante, ya lo dijo Roberto Torres: “es un reto muy bonito el que tenemos, pero estamos convencidos de que lo vamos a sacar”.
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